Don Joaquín Rafael Robles Medina, el nuevo párroco de Sabiote, nos invitó el pasado sábado a reflexionar sobre la Bienaventuranza “Dichosos los afligidos, porque ellos serán consolados” (Mt 5,5).

Ha sido el segundo retiro del curso, de nuevo en la Casa de Espiritualidad diocesana de San Juan Pablo II de Ibros. El primer retiro, dentro de la serie de las Bienaventuranzas, fue dedicado por D. Melitón Burque a “los pobres” (Lc 6, 20).

Las Bienaventuranzas son joyas proclamadas por el mismo Jesucristo que chocan frontalmente con lo que el hombre de hoy juzga para ser feliz. A primera vista, nos hablan de dolor, sufrimiento, llanto, luto, aflicción…, que no recibirán paga en este mundo. Pero Jesús nos promete que seremos colmados y consolados; que reiremos y seremos poseedores del Reino de Dios.

Don Joaquín Rafael es además el Delegado de la Pastoral de la Salud y Consiliario de la Hospitalidad de nuestra Diócesis, y ha compartido mucho con los que lloran. “No cabe la menor duda de que el rostro de Dios es contemplado en el afligido; de que el duelo interior nos abre una nueva relación con el prójimo y con Dios. Y la clave está en la fe, porque sólo la fe en la Encarnación del Hijo de Dios nos da esa nueva perspectiva del dolor sanador que elimina el miedo al sufrimiento y la resignación”.

Para nosotros los seminaristas, testigos de una sociedad que huye del dolor, es importante asumir que sufrimiento y amor van de la mano; y que en nuestra configuración con Cristo hemos de estar dispuestos a sufrir con Él en nuestros hermanos. Así lo pidió Jesucristo a sus discípulos.